No volví a ver a Sancy durante mucho tiempo, y cuando preguntaba a los amigos por él, me respondían: “ Parece que Sancy se fue a estudiar a la Unión Soviética”. Amilkar Ayala, Francisco Quiñones, Cristóbal Valdelamar y Oscar Maturana habían creado en la ciudad de Bogotá un grupo poético llamado “Remá” en honor a unos versos muy conocidos del poeta Candelario Obeso. Mi sorpresa fue grande cuando me dijeron que Sancy era fundador de ese grupo y acepté con gusto unirme a ellos. Me enteré que Sancy se había convertido en un intelectual de los buenos y que se había embarcado en el negocio de librero en la Calle 19, con un local justo al lado del de nuestro amigo el Mimo Julio Ferro, su “primer plante”, fue la reventa de su biblioteca. Era el librero más conocido del lugar porque no se dedicaba solamente a vender el libro como un objeto que la gente necesita, sino que se extendía en explicaciones, consejos y recomendaciones para los compradores. Siempre estaba moviéndose, hasta que finalmente nos reunimos, Sancy se convirtió en un excelente amigo cuando le recordé cómo nos habíamos conocido en los días de mi niñez y le expliqué de mi gran admiración por su labor de entonces. Sí, nos hicimos grandes amigos para siempre, me dijo con humildad que yo tenía una visión exagerada de aquel momento, porque cuando uno apenas entra al colegio, cualquiera que hable con cierto entusiasmo lo deslumbra… Con alegría decidí apoyarlo en cuantas ideas culturales se le ocurrían… y luchábamos contra todas las dificultades que implicaba emprender tareas de ese tipo en un territorio con uno de los promedios de lectura más bajos del mundo; donde hemos vivido muchas guerras superpuestas, pero donde también el pueblo raso se esfuerza y uno de sus escritores logró el premio Nobel de literatura…
Alguna vez le comenté que acababa de leer la obra “Los condenados de la Tierra”, escrita por el médico y psiquiátra de la isla de Martinica, Frantz Fanon, y se alegró mucho más porque con ese nombre bautizó un Centro de Estudios que nunca pudo nacer del todo… por supuesto que él lo había leído por lo menos 10 años antes… y aprovechó para ponerme al día en las otras obras de Fanon.
En otra ocasión sorprendí a mi amigo Sancy leyendo la Biblia y le noté un aire místico que me hizo pensar en San Pedro Claver… y le dije: “ Sancy… ¿cómo es eso… un comunista convertido?...
Se sonrió… y me respondió; “ estoy tratando de construir una definición de Dios… partiendo de lo que dice este libro”… luego escribió:
Que se subdivide en trinos,
En los cuatro elementos,
En la vida septenaria,
En los nueve sentidos,
En doce maestros de sabiduría,
En miles de legiones
Y en millones de Galaxias,
Que caben en una gota de agua;
Porque todos son del uno
Y Todos se funden con el todo.
Él escribió y publicó un libro titulado “Conversaciones sobre extravíos y reencuentros” y preparaba otro volumen con gran dedicación, pero los quebrantos de su salud le impidieron llevarlo a feliz término, hacia pocos días me había prometido entregármelo para que le hiciera una lectura crítica…
De su primera obra dijo en un nota el poeta José Luis Díaz Granados: “Su poesía es un grano de sal que impide la podredumbre del mundo”, afirmó de nuestro compatriota Jorge Zalamea Nikos Kazantzakis. Otro tanto podría yo decir de estas “conversaciones sobre extravíos y reencuentros” del poeta colombiano Sancy Mosquera, sin temor a la exageración o a la hipérbole, porque el contenido total de su hermoso volumen revela al ser humano en su hondura arterial…”
Y Nuestro Gran Maestro Manuel Zapata Olivella, escribió en el prologo: “Hay una leyenda en El Chocó, que los niños cumplen inexorablemente: No deben pisar la sombra del amigo cuando juegan a la luz del sol o de la luna… para que su espíritu protector no muera… Gracias hay que darle a los compañeros de infancia de Sancy Mosquera por no privarnos de las sombras visibles e invisibles que inspiran sus poemas.”
Por Jose Euliser Mosquera: Bordeando los 55 años, el pasado 24 de febrero falleció en Bogotá el revolucionario, abogado y poeta Sancy de Jesús Mosquera Pérez, quien se distinguió por su compromiso social con el pueblo chocoano, el pueblo colombiano y los pueblos de África y su diáspora.
Desde que estudiaba en el Colegio Carrasquilla leyó a los más destacados investigadores de la africanía, como Frank Fanón, Arturo Ramos, Armando Fortune, Leopoldo Sedar Sengor, Walter Rodney y Manuel Zapata Olivella, para lo cual creó círculos de estudio juveniles.
A comienzos de los setenta ingresó a la Juventud Comunista de Colombia, dedicándose al estudio del marxismo-leninismo, lideró la organización de la Unión de Estudiantes de Secundaria de Quibdó y la de los estudiantes de la Universidad del Chocó. A través de ellas impulsó la lucha por una educación científica y pertinente con la cultura propiay con las aspiraciones de bienestar y progreso del pueblo; mejora permanente de su calidad; defensa de la educación pública y por una ciudadela universitaria para el Chocó.
Así mismo, Sancy aportó a las luchas por servicios públicos y por viviendas dignas para el pueblo quibdoseño, participando en los paros cívicos y movimientos por los rellenos de los barrios Kennedy y San Vicente, y en la junta directiva fundadora y constructora del Barrio El Jardín de Quibdó.
Sancy fue un activo fundador de la izquierda chocoana, a principios de los setenta, como alternativa frente a la corrupción y mediocridad de la dirigencia política tradicional que ha campeado en el Chocó, con lo cual se ha mantenido viva la esperanza del pueblo chocoano en un futuro mejor. A la vez que vio en el socialismo la mejor opción para la reivindicación histórica de la africanía.
En los años setenta participó en las luchas del pueblo chocoano contra el saqueo de sus recursos naturales por parte de la empresa minera norteamericana Chocó Pacífico, y contra el engaño de que fueron objeto los trabajadores y jubilados de esa compañía, a través de su alianza con Mineros Colombianos S.A y Mineros de Antioquia, burlándoles sus prestaciones sociales, jubilaciones y otros derechos de ley.
A su regreso de la antigua Unión Soviética de realizar estudios de economía política y movimientos sociales contemporáneos, a principios de los años ochenta, abrazó con fuerza las temáticas reivindicativas de la afrocolombianidad, fundó en Bogotá el Centro de Estudios Frank Fanón, participando en los procesos de la constituyente de 1991, que llevaron a la producción de la Ley 70 de 1993, Ley de Comunidades Negras, y sus decretos reglamentarios.
Sancy de Jesús Mosquera Pérez fue ante todo un revolucionario, una persona supremamente solidaria, un orador fogoso, defensor radical, inclaudicable y hasta terco, de los intereses populares y de sus convicciones ideológicas, por lo cual se le negaron las posibilidades laborales y de acceso a cargos públicos importantes; sufrió persecución y maltrato policial, y fue expulsado de la Universidad del Chocó, teniendo que marcharse a buscar oportunidades en otros lugares. Su praxis de luchador por la justicia social se convierte en la mejor herencia al pueblo chocoano, al que amó con todas sus fuerzas. Honor y gloria a la memoria del revolucionario, abogado y poeta, Sancy de Jesús Mosquera Pérez. Nacio en Quibdó.