Especial para Color de Colombia.
Semblanza de un hijo ilustre de Buenaventura
Tal vez la siguiente anécdota dibuje el talante que en la vida y en la muerte tuvo don Hernán Rodríguez.
Durante sus funerales, contó su hija que don Hernán había pedido expresamente que no permitieran la satisfacción indecorosa de algunas personas de asomarse a ver su cadáver, que él no era “vaca de feria”.
Y que si lo hicieran, en lugar de vidrio pusieran un espejo, para que al asomarse vieran su propia cara.
Es cierto que don Hernán perteneció siempre al Partido Conservador, que era respetuoso de sus estatutos y que seguía estrictamente sus directrices. Pero siempre me pareció más bien un hombre de ideas liberales, o por lo menos de ideas progresistas, muy por encima de las de muchos de sus conciudadanos bonaverenses. Nada raro en un país donde conspicuos liberales profesan ideas conservadoras, y en algunos casos retardatarias.
Por ejemplo, don Hernán apoyó sin ambages ni cizaña el Paro Cívico de Buenaventura, y votó por el Sí. Siempre rechazó la construcción del tal malecón, porque resultaba una burla a una comunidad con otras prioridades, todavía con necesidades básicas insatisfechas.
Su madre, Edelmira Hurtado Gómez, era de Istmina, y su abuela de Nóvita. Tanto su bisabuela como su mamá eran hijas de paisas con negra o mulata. Su padre, Nicolás Rodríguez Arias, venía del Río Micay. Él era de familias de Popayán y también de familias indígenas Kuna. “Se encontraron en Buenaventura y vea con lo que salieron”, contaba don Hernán.
Era un hombre de formación autodidacta, sumamente ilustrado, amante de la poesía, buen conversador y buena pluma, bohemio, “en él traslucía una sencilla erudición y una sensibilidad humanista muy acentuada” y muy por encima de la de muchos profesionales estudiados.
Periodista también, escribió sobre las diferentes problemáticas de Buenaventura en los periódicos El Puerto, El Siglo y Occidente. Toda la vida fue agente de aduanas y marítimo. Perteneció a una generación dorada, aquella que habitó la Buenaventura luminosa y cosmopolita de los años 40, 50, 60 y parte de los 70, donde era natural encontrarse en la calle con el cónsul de Inglaterra, Francia o Suecia:
Helcías Martán Góngora, Nestor Urbano Tenorio, Guillermo Valencia Quiñónez, Emiro González Paz, Roberto Lozano Batalla, Engelberto Díaz Hurtado, Eusebio Muñoz Perea, Teodomiro Calero Vernaza, Rafael Bernat Ochoa, Colón Caicedo Portocarrero, Carmen Arango, Antonio Ahumada Fernández, Patricio Olave Angulo, Petronio Álvarez, Abel Marín, Cleofás y Silvano Garcés Rentería, Lides Renato Batalla, Augusto Polo Valencia, Teófilo R. Potes, Mercedes Montaño, Margarita Hurtado, Peregoyo y su Combo Vacaná, entre tantos otros.
Una generación dorada que dio lustre e identidad a la ciudad, pero cuyo legado quedó hasta cierto punto perdido, en la medida en que buena parte de las nuevas generaciones quedaron enredadas y devoradas por la politiquería y el interés personal, en medio de los cambios económicos, políticos y sociales ocurridos a partir de los años 80. Pero ese es otro capítulo que la historia tendrá que juzgar en su momento.
Con motivo de la discusión pública que, junto a Daniel Mera Villamizar y otras personas promovimos en 2016 sobre el Festival Folclórico del Pacífico en Buenaventura, lo visitamos en su casa de Cali, pues don Hernán perteneció a la primera junta que, designada por el poeta y entonces alcalde Helcías Martán Góngora, por allá en 1962 organizó el primer Festival.
La conversación de aquella tarde quedó registrada en vídeo. Un Hernán Rodríguez ya machacado por la enfermedad, pero con ánimo estoico y con el mismo talante de siempre, respondió a nuestras preguntas, que también derivaron hacía otros tópicos de la historia de Buenaventura.
Un documento que esperamos dar a conocer próximamente, para ilustración de los bonaverenses.
Apartes de otro escrito,autor desconocido.
Fue concejal por 5 periodos, diputado a la Asamblea departamental y Representante a la Cámara, siempre por el partido conservador. Periodista y Columnista del diario Occidente y del Siglo. Eterno defensor de la ciudad, del parque natural de Málaga y de las personas asentadas en baja mar. Con su partida Buenaventura pierde uno de los últimos líderes y gamonales políticos de la región. Todo un señor, caballero, galán y amigo.