Martin Luther King, hijo, fue uno de los grandes líderes que produjo el siglo XX, protagonista de la lucha por los Derechos Humanos de los pueblos oprimidos, en especial de los Afroamericanos de Estados Unidos. El ejercicio de su extraordinario liderazgo en pro de la eliminación del racismo partió en dos la historia nacional de los estadounidenses, al liderar la conquista de los derechos étnicos, civiles y económicos negados a través del sistema de apartheid impuesto por los blancos a los descendientes de los africanos que fueron esclavizados en América por los europeos.
Nació el 15 de enero de 1929 en Atlanta, Georgia, uno de los estados del sur de la EE.UU., donde predominó la esclavización de los africanos en plantaciones de algodón. Su padre tuvo el mismo nombre y también fue pastor de la Iglesia Baptista.
En Estados Unidos, cuando nació M. L. King las clases dominantes blancas se resistían a eliminar la herencia racista y opresora de la sociedad esclavista considerando a las personas negras como seres sin derechos ciudadanos, y se seguían justificando con absurdas ideas inventadas de la Biblia, según las cuales Dios otorgaba a los blancos el poder sobre las personas negras debido a que eran inferiores y menos inteligentes y pensaban que la gente negra le debía obediencia y servidumbre eterna a los blancos.
Por ser hijo de un pastor baptista, la infancia de M. L. King transcurrió en mejores condiciones que la mayoría de los niños negros de su tiempo. En EE.UU. la población africana utilizó la religión para cóncientizarse de su dignidad, desarrollar su identidad y organiiarse en defensa del derecho a la libertad, primero, contra la opresión esclavista, después, contra el racismo y la discriminación racial.
Para afrontar la segregación racial en las iglesias blancas, los afroestadounidenses crearon las iglesias negras e hicieron de ellas centros de concientización y promoción de la organización comunitaria. Los pastores se convirtieron en guías y conductores políticos de las comunidades y entrando el siglo XX fueron los líderes del movimiento antirracista por los derechos civiles.
Para M. L. King el ser hijo de un pastor le posibilitó mejores condiciones familiares y oportunidades para acceder a la educación. En 1948 obtuvo el grado de Bachiller en Artes y luego se trasladó a la ciudad de Shester, Pensilvania, donde realizó estudios religiosos y se graduó como Licenciado en Teología. Fue muy apreciado durante su vida de estudiante; sus profesores resaltaban su inteligencia e iniciativa creadora, la disciplina que colocaba en todos sus compromisos y el sentimiento de identidad con los valores de la Africanidad y la Afroamericanidad. Desde sus estudios secundarios, M. L. King ya se mostraba como un activo defensor de los derechos del Pueblo Negro y, por la claridad de su pensamiento, despertaba la admiración y el respeto de sus compañeros y las personas que le rodeaban.
Cuando cumplíó los 24 años, M. L. King se enamoró de Coretta Scott una joven talentosa y comprometida con la lucha del Pueblo Negro, y practicando el consejo de los ancianos de buscar la pareja correcta, se casó con ella el 18 de junio de 1953. Coretta fue su compañera de luchas hasta su muerte; tuvieron cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres.
En 1954, M. L. King es designado por la comunidad como pastor de la Iglesia Baptista de Dexter Avenue, en Montgomery. Dedica todas sus energías y sermones a la concientización de las personas negras, en especial de los jóvenes, desarrollando en ellas la autoestima de los valores afroamericanos y animándolos a integrar las organizaciones que luchaban contra el racismo y la segregación racial.
En Estados Unidos, tan pronto fue abolida la esclavitud el 1° de enero de 1863, las clases dominantes blancas comenzaron a expedir leyes racistas y segregacionistas que imponían el criterio de "separados pero desiguales" en contra de las Comunidades Negras.
El sistema de segregación (apartheid) prohibía los matrimonios y las relaciones sexuales entre parejas de razas diferentes. Las personas negras y blancas fueron separadas en las estaciones, los puertos, los trenes, los buses. No podían cohabitar en lugares públicos: hoteles, restaurantes, cafeterías, discotecas, iglesias, peluquerías; telefónicas, hospitales, parques y hasta en los cementerios. En las ciudades, las familias negras fueron obligadas a vivir lejos de los barrios blancos y en condiciones miserables. En los juzgados, personas negras y blancas debían jurar en Biblias distintas, y en todas partes crearon un doble sistema escolar. Si una persona negra era herida en la calle, si no llegaba a recogerla una ambulancia para "Negros" no la auxiliaba ninguna ambulancia para blancos. Era un sistema horrible que condenaba a las Comunidades Negras a vivir en ghettos de pobreza, ignorancia y servidumbre.
La segregación racial indignaba y humillaba a M. L. King y comenzó a enfrentarla desde sus actividades como pastor afiliándose como militante de la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente Negra -NAACP-, organización fundada en 1900 por filántropos blancos. Pensando que aún no estaba preparado, suficiente y eficazmente, para asumir el liderazgo intelectual y organizativo de la lucha, decidió ingresar a la Universidad de Boston y en la primavera de 1955 se recibe como doctor en Teología. Sus estudios le permitieron profundizar los fundamentos filosóficos sobre la libertad, la justicia y la dignidad humana a través de pensadores como Mahatma Gandhi, Thoreau, Niebuhr, Jean Paul Sartre y Federico Nietzsche.
Martin Luther King, con la seguridad de los principios filosóficos del cristianismo y la no violencia ghandiana, consideró que para combatir el racismo y la segregación racial era necesario construir en cada Comunidad Negra un proceso organizativo cívico y masivo, consciente y dinámico, capaz de provocar una gran movilización de las gentes negras y no negras, solidarias en la lucha contra la injusticia. Para él no era estratégico oponer la violencia armada negra a la violencia asesina de los racistas blancos. Esta actitud y conducta lo confrontó ideológicamente con otros sectores organizados de la Comunidad Negra como los Musulmanes Negros y las Panteras Negras.
Martin L. King, dispuesto a dedicar su vida a la lucha por los derechos civiles del Pueblo Negro, formó un equipo de trabajo con Ralp Albernathy pastor de la Primera Iglesia Bautista. Los dos estaban de acuerdo con que la mejor estrategia para luchar contra la segregación racial y por los derechos civiles era unir y movilizar el poder de las iglesias negras. Ambos hicieron parte del Comité Ejecutivo local de la NAACP y desde sus iglesias animaron a sus miembros a ápoyar y comprometerse con el proceso organizativo de lucha contra el racismo.
El jueves 1 de diciembre de 1955 ocurrió "El Milagro de Montgomery" que generó la proyección del liderazgo y provocó el cambio rotundo de la vida de M. L. King: Rosa Parks, humilde obrera muy querida por la Comunidad Negra, fue ultrajada y detenida por un policía blanco por haberse sentado en una silla "sólo para blancos" en un autobus, y haberse negado a cederla al subirse un hombre blanco.
La NAACP consideró que la detención de Rosa Parks era la gran oportunidad esperada para movilizar a la comunidad negra lanzando un boicot contra la segregación en el transporte público y demandando la eliminación de las leyes segregacionistas.
M. L. King y Ralp Albernathy convocan una asamblea de los pastores de las Iglesias y, de acuerdo con los líderes comunitarios y estudiantiles, aprueban llamar a la comunidad negra a lanzar un boicot contra la segregación en los transportes. Para coordinar y orientar la acción constituyen la Asociación para el mejoramiento de Montgomery. Martin Luther King es elegido presidente.
La Comunidad Negra acata el llamado y, con disciplina y heroísmo, deja de utilizar el transporte público enfrentándose al acoso y la violencia de las autoridades, y los blancos racistas organizados en comandos del Ku Klux Klan y los Consejos de Defensa de los Blancos. La resistencia y oposición de los racistas radicalizó a la Comunidad Negra, y con la difusión de la protesta el boicot se extendió por otras ciudades como Birmingham, Mobile y Tallahassee. ¡Un año de luchas duró el boicot! La victoria con la eliminación de la segregación en los transportes produjeron la conciencia, la fuerza y la confianza en el pueblo afroestadounidense de que sí podía destruir el conjunto del sistema racista y conquistar sus derechos civiles y humanos.
En 1957, después de una dinámica evaluación de la trascendencia y proyecciones del proceso de lucha iniciado, M. L. King y los pastores negros crean la conferencia de líderes cristianos cuyo propósito fue orientar la lucha del Pueblo Negro contra la segregación racial, por su dignidad y los derechos civiles. La CLCS se proponía encauzar la organización, la concientización y las formas de movilización local y nacional del Pueblo Negro de los Estados Unidos.
La rueda de la historia continuaba su incontenible caminar. M. L. King había logrado renombre nacional e internacional, su liderazgo inspiraba y representaba el espíritu de lucha de millones de personas de todos las razas que durante décadas habían sufrido resignadas las humillaciones y la represión del sistema racista, y estaban decididas a construir el presente y un futuro digno para sus hijos, un futuro con justicia y libertad.
En 1957, M. L. King se había convertido en la conciencia antirracista de la nación estadounidense. Enfrentando las amenazas, atentados, complots judiciales y calumnias, trabajaba sin descanso con las comunidades de todo el país intercalando las responsabilidades de activista, filósofo y educador, sembrando la semilla de la libertad en todo el mundo y las bases legales y morales para una nueva vida del pueblo afroestadounidense.
Como activista, M. L. King trabajó incansablemente en la organización de las Comunidades Negras en poblaciones y ciudades de todo el territorio de los Estados Unidos. Consideraba que la organización era la base de la fuerza y el poder de acción y movilización del Pueblo Negro.
En 1960 apoyó la creación del Comité de Coordinación de Estudiantes No Violentos, cuyo papel fue comprometer y promover la movilización de la juventud, y los estudiantes hicieron las "sentadas" pacíficas en todos los establecimientos públicos y privados donde se practicaba la segregación racial. En los años siguientes creó el movimiento por la libertad. No descansó; seguía construyendo organizaciones comunitarias e impulsando campañas diarias y grandes manifestaciones que concentraban la opinión pública nacional y mundial; la más importante fue la marcha sobre Washington en 1963 donde pronunció el famoso discurso "Tengo un sueño". Una a una van cayendo las normas racistas, y las comunidades negras conquistan la ley de derechos civiles y su convencimiento sobre la fuerza del amor y la no violencia quedará consignada como herencia espiritual de M. L. King para las generaciones de todos los siglos venideros en sus libros: La marcha hacia la libertad, La medida de un hombre, La fuerza de amar y Por qué no podemos esperar. En ellos exalta el humanismo, el ejercicio de la dignidad y la justicia que encarnaban su pensamiento y sus acciones.
En 1964, el mundo entero reconoce y aclama la contribución de M. L. King a la paz mundial cuando se le concede el Premio Nobel de la Paz. King recibe este galardón en nombre de la lucha del Pueblo Negro y de las gentes de todos los colores que, unidos por la solidaridad, lograban el derrumbe inexorable del sistema de apartheid que envilecía la dignidad de los pueblos de los Estados Unidos. M. L. King había logrado orientar con su liderazgo la destrucción del sistema racista de la primera potencia mundial.
El 4 de abril de 1968 un hombre blanco, llamado James Earl Ray, asesinó a M. L. King. El mundo entero lo lloró y lo extrafió, la rebelión del Pueblo Negro incendió y destruyó las calles de los Estados Unidos. Su cuerpo desapareció físicamente pero su alma, su palabra, su pensamiento, su ejemplo, iluminan y orientan la lucha de los pueblos oprimidos por el ejercicio y el respeto a los derechos humanos. Honor y gloria a Martin Luther King.
ABRIGO UN SUEÑO
"Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y la Declaración de Independencia, firmaron un pagaré del que todo estadounidense habría de ser heredero. Este documento era la promesa de que a todos los hombres, si, tanto a negros como a blancos, les serían garantizados los inalienables derechos a la libertad y la búsqueda de la felicidad.
Pero hay algo que debo decir a mi gente que aguarda en el cálido umbral que conduce al palacio de la justicia. Debemos evitar cometer actos injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio. Debemos conducir para siempre nuestra lucha por el camino llano y elevado de la dignidad y la disciplina. No permitamos que la protesta creativa degenere en violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas en que tiene lugar el encuentro de la fuerza física con la fuerza del alma, y la maravillosa nueva militancia, que ha hundido a la Comunidad Negra, no debe conducirnos a la desconfianza de toda la gente blanca. Porque muchos de nuestros hermanos blancos, como lo evidencia su presencia aquí en este día, han llegado a comprender que su destino está unido al nuestro. Y también han llegado a comprender que su libertad está inextricablemente ligada a la nuestra. No podemos caminar solos. Y al hablar debemos hacer la promesa de marchar siempre hacia adelante. No podemos mirar atrás.
Hoy digo a vosotros, amigos míos, que aunque nos enfrentemos a las dificultades de hoy y mañana, yo todavía abrigo un sueño. Es un sueño que tiene profundas raíces en el sueño estadounidense. Sueño que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo: "Afirmamos que estas verdades son evidentes en sí mismas, que todos los hombres son creados iguales". Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antíguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, habrán de sentarse unidos en la mesa de la hermandad. Sueño que un día, incluso en el estado de Mississippi, un estado que se sofoca con el sudor de la injusticia, que se ahoga con el sudor de la opresión, habrá de convertirse en oasis de libertad y de justicia. Yo sueño que mis cuatro pequeños hijos vivirán un día en un país en el que no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad.
Cuando permitamos que la libertad resuene en cada poblado y en cada aldea, en cada estado y en cada ciudad, podremos celebrar la llegada del día en que todos los hijos de Dios, blancos y negros, judíos y gentiles, protestantes y católicos, podamos estrecharnos las manos y cantar los versos del viejo canto religioso negro: ¡ Libres al fin! ¡ Libres al fin / ¡ Gracias al Dios Todopoderoso ! ¡ Al fin somos libres!
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