Yolanda
Cerón, cristiana vinculada a la Pastoral Social de Tumaco, quién lideró la
titulación colectiva de las comunidades negras del Pacífico, luego de salir de
la sede de su trabajo caminaba con un familiar por la esquina de la Iglesia La
Merced, frente al Parque Nariño, cuando en desarrollo de la estrategia
paraestatal un sicario le disparó en varias ocasiones. Así callaron el presente
de su vida iluminada por la luz de la verdad y la justicia, haciéndola renacer
y permanecer en el porvenir de la memoria transformadora de la humanidad.
Yolanda
Cerón nació en el municipio de Berruecos, departamento de Nariño, el 15 de
septiembre de 1958, en un hogar humilde pero de profundo raigambre en la
religión católica. Hija de Pedro Antonio Cerón y Rosa Delgado, fue la cuarta de
cinco hermanas. Sus estudios básicos los realizó en la escuela rural del
municipio donde nació, y después se desplazó hasta la ciudad de Pasto para
culminar la secundaria en el colegio religioso María Goretti, de la Compañía de
Jesús.
Yolanda se
graduó como licenciada en Educación y Ciencias Religiosas de la Universidad
Mariana de Pasto. En 1982, se ordenó como religiosa en la Congregación de la
Compañía de María y empezó su trabajo comunitario al lado de los niños en las
playas de Salahonda, una pequeña isla de la costa pacífica nariñense.
Luego se
trasladó hasta el municipio de Tumaco donde empezó su trabajo en la Pastoral
Social, institución de la que fue directora los últimos siete años de su vida.
Guiada por los principios del Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia; y
comprometida con sus apuestas por la lucha contra las estructuras que crean
pobreza y opresión, dedicó su vida religiosa al servicio de los más débiles y a
crear una sociedad más justa basada en la solidaridad y la justicia social.
Su vida
estuvo al servicio de las comunidades afrodescendientes del pacifico nariñense,
en el trabajo de formación para que conocieran sus derechos, para que se
organizaran y defendieran su cultura y su territorio. Yolanda decía: “Ser
espiga es fácil, pero dejarse triturar, hacerse pan para que otros tengan vida
es hoy muy templado.
Una mujer
que creía en sí misma, en sus capacidades y en su gente. Una mujer que por su
gran sensibilidad y el profundo dolor que le producía el sufrimiento del más
débil no dudó en entregar su vida para que otros la tuvieran. Y una vida digna.
"ella
decía que ningún cristiano ... que ningún ... que ningún bautizado, ¿sí?, era
realmente cristiano si no aprendía a defender los derechos de su comunidad. O
sea que la verdadera valoración de uno como ... como cristiano, o como creyente
en Dios, se debería identificar en el trabajo con la gente, en el trabajo como
comunidad, en la defensa de los derechos, en ... en la valoración de su
cultura, en ... en todo ese conglomerado de cosas, ¿no?, que integran la parte
identitaria de un pueblo, se puede decir. Y a mí me parece que desde mis
inicios con el trabajo catequístico con ella, o sea, las referencias que
hacíamos siempre, digamos, tendíamos a llegar a ese punto, ¿no?, de que es una
obligación, ¿sí?, de nosotros los cristianos empezar, o sea, poder apoyarnos y,
poder valorar nuestra fe en Dios trabajando con la gente y por la gente"
Yolanda la
diminuta, la hormiguita, la sencilla y alegre mujer creyente, la
empedernida defensora de Derechos de las comunidades negras,
un miércoles 19 de Septiembre de 2001 a eso de las 12:15 frente a la
iglesia la Merced, ubicada en el Parque Nariño de la ciudad de Tumaco, luego de
salir de la sede de su trabajo fue asesinada por hombres de la estrategia
militar encubierta. A su lado un sobrino la acompañaba, fueron uno, dos y tres
tiros y ella cayó allí en medio de la plaza, a pocos metros de la policía.
Esa
pequeña mujer de corazón inmensamente negro, siendo mestiza, como directora de
la Pastoral Social de la Diócesis de Tumaco, ejerció el profetismo, se arriesgo
a romper el miedo, a enfrentar el silencio generado por el terror. Denunció
contundentemente los abusos y violaciones de derechos humanos sistemáticas
contra la población de Tumaco, la que cometían miembros de las fuerzas militares
y de policía con la estrategia paramilitar.
A esto se
sumó el fuerte trabajo organizativo desarrollado durante largos años para
lograr la titulación colectiva de las tierras habitadas por los
afrocolombianos, lo que le trajo la animadversión de empresas deforestadoras y
palmeras.
Fueron
precisamente estas razones por las que Yolanda fue asesinada, por develar tal
estrategia criminal y sus beneficiarios, incluso, por denunciar en los propios
consejos de seguridad en donde se encontraban los victimarios de las
comunidades,los que a la postre serían los de ella también.
Sobre la
pasmosa investigación poco se ha avanzado en justicia ordinaria. Allí ni
militares ni policías ni empresarios o comerciantes han sido investigados como
parte de una estructura criminal. Siguen libres algunos con ascensos en sus
carreras militares y policiales, otros usufructuando sus negocios, su
acumulación de riqueza. Algunos de los autores materiales de este crimen
quedaron libres y exentos de culpa, un periodista que suministró información
falsa para justificar el crimen de Yolanda se encuentra huyendo, se trata de
Santos Cáceres fue dejado en libertad provisional por el Juzgado Segundo
Especializado de Pasto, por motivos de salud. El segundo, Jorge E Ríos se fugó
de la cárcel de Palmira mostrando, una orden de libertad falsa.
Las
artificiosas investigaciones sobre los responsables adelantadas por la
Fiscalía, a toda costa han evitado llegar hasta la estructura institucional de
la fuerza pública de ese entonces y como ha sido costumbre desde 2006 los
paramilitares aparecen como chivos expiatorios, eso si responsables también,
pero ocultando la verdad y afrentado la dignidad de las víctimas. Guillermo
Pérez Alzate, conocido como "Pablo Sevillano"" máximo mando del
Bloque Libertadores reconoció su responsabilidad en la ejecución del crimen
antes de que fuese extraditado a los Estados Unidos. Sevillano sin ser
extraditado protegió los nombres de los actores intelectuales, propiciando la
impunidad de la estructura criminal y justificó el crimen acusando falsamente a
Yolanda de ser integrante del ELN. En julio del 2010 otros ex paramilitares
confesaron el asesinato ante un fiscal de Justicia y Paz y no aportaron
diferentes datos a los entregados inicialmente por el extraditado jefe
paramilitar. Alias 'Tribilín' confesó que recogió a alias 'Capulina' después de
asesinar a la religiosa, y 'Sarmiento', quien fue el segundo al mando de
Tumaco, dijo que se cumplieron las órdenes de sus superiores.
Once años
y aún el proceso sigue estancado, sin mayores avances, los procesados
paramilitares en Colombia, beneficiándose de una aplicación de la ley 975, que
cuando defina su situación legal, les dará seguramente su libertad.
No hay
ninguna esperanza que cese la impunidad jurídica, el nombre de Yolana, sigue
vivo, su memoria, su historia es parte de la historia de las luchas de
las comunidades negras del pacífico.
Sigue su
curso en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos una demanda, única
esperanza para demostrar la responsabilidad del Estado... entre tanto, su
pueblo, el que ella amo sigue siendo víctima del neo paramilitarismo, sigue
siendo víctima de la guerra interna, sigue siendo víctima de nuevas formas de
despojo. Por eso, justo por ese dolor que no cesa, por esa indignación de las
comunidades negras, a veces silenciado, a veces callado, pero siempre
resistente, resistente como la bella Yolanda, que más allá de la triste mirada
del miedo a morir asesinada, ríe con nosotras y nosotros.
Yolanda
Cerón en la memoria, Yolanda Cerón Sin Olvido
Fuente justiciaypazcolombia
El Colegio María Goretti no es de los jesuitas sino de los capuchinos
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