sábado, 29 de enero de 2022

EULIDES BLANDÓN GARCÍA, KUNTA KINTE 1949-1991

Por: Ventura Díaz Ceballos (Q.E.P.D.)

Autor del libro: Kunta: un líder para un pueblo. Editorial Trama. 1994.

“Llenemos de contenido político nuestra negritud” frase de Kunta

Eulides Blandón García, Kunta Kinte, nació el 5 de diciembre de 1949. Hijo de Jeremías Blandón Castro y Aureliana García. El padre trabajaba en Bagadó, municipio del Chocó, y la madre era una minera de Alto Andágueda. Su nacimiento se produjo en el Cabezón de Los Maturanas, un lugar paradisíaco, ubicado al margen derecho del río Andágueda, en la confluencia con la quebrada de El Trúntago. Su esposa fue Dora Caicedo Solís.

Su niñez transcurrió como la de cualquiera de los niños pobres y campesinos de nuestra tierra chocoana. Sus primeros juegos fueron en el barro y en los ríos, con canoas y canaletas, con la arcilla y la arena de las playas. Fue el hijo mayor de don Jeremías, lo mismo que de doña Aureliana.

Siendo muy pequeño, quedó huérfano de madre; pues ésta, equivocadamente, se tomó un veneno en lugar de un purgante. Cabe anotar que ella era iletrada. Su abuelo paterno fue Florentino Blandón, curandero y curioso de Bagadó. Desde esa época, la de su orfandad materna, empezó a rodar entre los hogares de sus tíos y tías. Especialmente doña Estefanía Castro Salazar, quien lo mantuvo en su casa con mucha dedicación. Era un hijo de la casa, pues para las comunidades Afrocolombianas no existen diferencias en cuanto a la protección de la niñez.

Cuando muere doña Estefanía, pasa al cuidado de doña Alejandrina Rentería, tía política de Kunta, pues estaba casada con Tarcisio Blandón, hermano de Jeremías. Sus estudios primarios los realizó en la Escuela Anexa a la Normal Superior del Chocó. Los secundarios fueron repartidos entre Medellín, Bogotá y Palmira. En esta ciudad obtuvo el título de Bachiller Agrícola.

Cuando niño, le gustaba jugar el fútbol y los juegos callejeros, en donde muchas veces terminó en peleas, especialmente por defender a los más débiles, frente a los atropellos y el acoso de los más fuertes.

Kunta quiso ser futbolista, y fue así como estuvo entrenando con las divisiones inferiores del Atlético Quindío. Más tarde fue a la Universidad de El Valle, en donde realizó cinco semestres de Economía. Allí alterno el estudio con el trabajo en la cafetería de la Universidad. Con el sueldo se costeaba sus estudios. Además hizo varios cursos de periodismo. Kunta fue un lector incansable. Devoraba todo lo que caía en sus manos: Vargas Vila, García Márquez, Albert Camus y, sobre todo, los libros y textos de Economía e Historia. En sus escritos refleja el conocimiento que tenía de los hechos sucedidos en nuestra Patria y más allá de nuestras fronteras.

En la Voz del Sol, de Cali, sostuvo por varios años un programa de música vallenata llamado El Sol, la Costa y su Música. Fue el primero en su género en Cali. En la Avenida Roosevelt con la calle 26, en Cali, abrió un local comercial, en donde vendía artesanías y discos de chirimías. Era un lugar obligado para las gentes chocoanas que, gustosas por conocer los acontecimientos de la tierra, acudían a tertuliar y a averiguar los chismes frescos. Allí efectuaba fiestas con sabor Afrocolombiano. En Juanchito, barrio popular de gente negra, animaba una caseta en las noches de bohemia, ron y folclor. Cuando pudo conquistar a su compañera, Dora Caicedo Solís, se vinieron a Quibdó, a finales del año 80. Allí consiguió un puesto en la Gobernación del Departamento, por la amistad con el mandatario de entonces, Dr. Esteban Caicedo, empleo que perdió por las disputas politiqueras de su padre, Jeremías, con el mandatario siguiente. Su compañera Dora también quedó en el asfalto por la persecución partidista.

Muchas veces lo vimos en el San Juan vendiendo cachivaches, discos o pollos. Por el río Condoto se le recuerda porque compartía con los campesinos de La Muriña y La Florida, organizándolos para el deporte o las obras comunitarias. Mantuvo una tienda que terminó como todo lo de él: En manos de los que llegaban con las necesidades de fiar. Kunta fue concejal del Municipio de Bagadó durante el periodo 1982-1984, en representación del partido conservador. También, por dos ocasiones, fue candidato a la corporación edilicia de Quibdó, sin que los resultados le hubieran favorecido.

La tragedia que se insinuaba con su temprana orfandad, y que se acentuó por la ausencia de una paternidad responsable, hace de Kunta un hombre muy recursivo tanto para ganarse la vida, como para desarrollar ambiciosos proyectos cívicos y políticos. Yo no quiero que los niños negros sean “sacamicas” de los ricos o de los politiqueros, me decía. En el Bagre, mientras estuvo escampando el aguacero de la persecución policial, organizaba y pintaba el restaurante Zalzamora, de su primo Jesús Mosquera. Comercializaba con el aguardiente Platino que le enviaban desde Quibdó algunos amigos, aprovechando la presencia de algunos coterráneos que andan en el oficio de la minería. 

En Buenaventura, Kunta encontró el espacio para ejercer un verdadero liderazgo. Campo propicio que no encontró en medio de sus coterráneos del Chocó. Dirigió con acierto la pelea de vendedores ambulantes para que no fueran desalojados de su espacio natural de trabajo: La calle. Derrotó a todos los políticos tradicionales en las elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente. Dio la pelea en favor de los pequeños madereros que son acosados por las compañías industrializadoras de la madera, cohonestadas por las autoridades civiles y militares. Dirigió la toma de la vivienda popular, ocupando las casas sin cuota inicial, construidas en el gobierno de Belisario Betancur, las cuales fueron entregadas a los destechados. Estas fueron pequeñas y grandes conquistas desarrolladas por Kunta y la gente de Buenaventura, en la corta permanencia de Kunta en el Puerto. Muchos políticos tradicionales se le acercaron para conquistar su liderazgo, pero Kunta fue un amigo fiel a la causa popular; por eso nunca se debió del camino que había escogido.

El viaje de Kunta a Buenaventura, a encarar los problemas de la AD-M19, está signado por algunos detalles, relatados en otro lugar. Pero también él quería, y así se lo dijo a varios amigos, que esperaba que conociéramos mejor la situación de los Chocoanos y la falta de visión política para ponerse de cara a los retos del futuro. En medio de las discusiones en torno a los murales de la Catedral de Quibdó, Kunta se manifestaba como un defensor de los valores morales de la Iglesia contemporánea, comprometida con el cambio que necesitan nuestros pueblos. La teología de la Liberación es un sustento fundamental para la comunión entre la Iglesia y la Comunidad, decía. Kunta condensaba esa iglesia tradicionalista y conservadurista, en la cual el rito está por encima de los pueblos y de los hombres.

Hacia los sacerdotes guardó siempre un respeto humano, lo cual no implicaba besar anillos, ni arrodillarse ante ellos, por eso mantuvo su crítica frente a actos que él consideraba salidos de los cánones. Tremenda polémica mantuvo con aquellos sacerdotes que abusaban de la sotana y que aprovechaban de la humildad religiosa de nuestros hermanos Afrocolombianos para sojuzgarlos, o con quienes confunden a los católicos con una fementida sapiencia. Su formación y participación crítica es hoy ejemplo que debemos seguir. La presencia de Kunta en las Filas del M-19 constituyó una inyección de nuevos contenidos a los partidos que quieran impulsar el cambio en nuestra Patria.

  • Kunta fue el dirigente del paro cívico del Chocó en mayo de 1987.
  • Creo la Fundación Cultural Tigritudes cuando se desvinculo del Movimiento Nacional Cimarron en 1985. Tigritudes fue inspirado en el pensamiento del nigeriano Wole Zoyinka, premio Nobel de Literatura en 1986.
  • Fue desaparecido un 5 de enero de 1991, en un viaje entre Buenaventura y Cali, nunca se conoció su paradero final.
  • “Llenemos de contenido político nuestra negritud” con esta consigna se interpretó una estrategia para la lucha politica de todos los afrocolombianos. Dejar a un lado el espontaneismo y elevar la lucha a los niveles más altos de la politica. Superar la lucha meramente reivindicativa economista  y apuntar al poder autónomo de las comunidades negras. Buscar los elementos comunes que unan el accionar de los pueblos negros en Colombia y América para transformarlos en una plataforma politica. Rescatar el sentido de humanístico de la politica como “el arte de hacer amigos” y administrar la cosa pública en beneficio del público.
  • Ordenanza Asamblea Departamental del Choco en 1992 ordeno:
    • Erigir el día 5 de enero de cada año. Día del Líder Negro, como día de reflexión por la vida y organización de las comunidades negras e indígenas del Choco por ser ese día fecha de la desaparición  del Líder negro Eulides Blandón García. 

jueves, 20 de enero de 2022

MIGUEL ÁNGEL MOSQUERA CONTO 1939-2022

Miguel Ángel Mosquera Conto “MIANCO” nació en Neguá (Chocó) el 1 de noviembre de 1939, y murió en Medellín el 10 de enero de 2022. Sus padres fueron Miguel Ángel Mosquera Lozano y Escolástica Conto. Su esposa Alba Rocío Caro López. Sabedor y  hacedor de  disfraces, escultor, músico, compositor, historiador, profesor, considerado el decano del ajedrez del departamento del Choco. 
UN MIGUEL ÁNGEL DISFRACERO

Por: Douglas Cujar

Miguel Ángel Mosquera Conto "Miamco", músico, compositor, escultor y disfracero, cierra el círculo de la partida de cultores que engrandecieron el arte chocoano sin reconocimiento.

Al igual que Neivo de J. Moreno, Madolia De Diego Parra, Saúl Paz y Alfonso Córdoba, Miguel Ángel "Miamco" murió pobre, en soledad y esperando la oportunidad para entregar a las nuevas generaciones sus conocimientos artísticos. Encontrando en una sociedad cultural y festiva; apatía, desestímalos y maltratos, después de 50 años de enarbolar la bandera de la reivindicación del arte barrial.

Pese a que estos pioneros y transformadores de las artes musicales, folclóricas, danzarias y festivas, como el disfraz tradicional, se entregaron por amor y con pasión a cultivar las artes chocoanas, nunca se les brindó la oportunidad y posibilidad de vivir de estas.

Recorrieron un camino sinuoso para triunfar y entregar sus obras a pesar de la mezquindad de sus coterráneos y del silencio y desinterés de un Estado que los ignoró, para posesionarse como los mejores en su género en la historia cultural reciente de la región.

Se labraron a pulso, sin academia, siguiendo la intuición de su espíritu y de un entorno barrial cultural que les brindaban lo poco que albergaban en sus arcas para que acometieran sus mejores obras, como los gigantes y cabezudos de Madolia; las comparsas y cachéts de Saúl Paz "Borojó"; las mejores composiciones de Neivo de J. y Alfonso Córdoba "El Brujo", esas que estimularon el alma quibdoseña para seguir enamorado de este territorio y la transformación del disfraz sampachero de Miguel Ángel, dándole el canon característico del afro -sentir y el movimiento adecuado para posicionarlo como el primero por sus características y contenido político en Colombia, que en otras latitudes como en San Juan de Pasto se ha venido asumiendo.

Pierde la comunidad del barrio Pandeyuca de Quibdó su mejor exponente artístico y el hijo que engrandeció la tradición sampachera de los cánticos de Teresita Martínez de Varela; el legado organizativo de María Licona "Mariquita"; las notas de acordeón de Daniel Gamboa y Carlos Rivas "Morao" y soportó La Timba del Pandeyuca [sexteto] con Jorge Perea "Totio", Pedro Córdoba "Chamat", Félix Rivas Martínez "Chungulito", Lucho Rentería "Cayayo" y Miguel Arango "Pica-la-res"

El alma quibdoseña está de luto.

MIANCO realizó estudios de bachillerato hasta quinto en el Colegio Carrasquilla y luego adelanto estudios complementarios en topografía geométrica, tocaba varios instrumentos y formó  parte de conjuntos vallenatos. Fue uno de los artistas que más realizo disfraces o carrozas premiadas en las fiestas de San Pacho en Quibdó (Chocó). Desde que tenía 12 años comenzó a fabricar disfraces. El oficio lo aprendió de su padre Miguel Ángel Mosquera Lozano, llamado “El  Santero” por su habilidad para tallar cristos, santos y vírgenes, quien a su vez se preparó de lo enseñado por Lorenzo Mosquera Meneses, abuelo de Mianco.[1]

Como pintor es autor de un cuadro encargado por la Gobernación del Chocó titulado, “Hay Dios mío va a llover” y de otro en homenaje a Diego Luis Córdoba, que reposa en la biblioteca de la Universidad que lleva su nombre.

Recuerda una competencia que realizó en Quibdó con el pintor payanes Horacio Gómez Ordúz, donde cada uno pintaba al otro, al final de la misma tras declarar un empate ante la calidad de ambos artistas , salieron a tomar aguardiente al barrio Kennedy.

En la madurez de su vida y luego de haberle dado todo al Chocó, como pintor, músico y  diseñador de los mejores disfraces, como maestro en la facultad de Artes Plásticas de la Universidad del Chocó, se considera sólo y abandonado a su suerte, sin una pensión, sin seguridad social, sin un trabajo estable que dignifique su existencia y que lo obligan a andar en  la cultura del rebusque.

Fallece en Medellín el 10 de enero de 2022, dejando un gran legado artístico, social y político a través de sus disfraces durante más de medio siglo en las Fiestas de San Pacho en Quibdó, declaras por la Unesco Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.[2]